Espejismos - Cuarto Capítulo
A medida que
avanzaban el semblante de Marcos cambiaba, estaba más callado y un poco pálido,
se quejaba en algunas ocasiones de sentirse débil. Lorena sabía que se
estaban acercando a la montaña y que
pronto dejaría de sentir el calor de su
hijo, así que durante todo el trayecto no dejó de cargarlo. Le repetía constantemente
que lo amaba, que pronto llegarían, le
besaba el rostro y trataba de no llorar
frente a él. Javier no estaba seguro de estar haciendo lo correcto. "Quizás todo fue un sueño,
un estúpido sueño, y aquí me encuentro
fuera de mi casa y en un viaje sin sentido.
¿Quién me garantiza que este viejo loco no me miente, y si la tal Lucero fue producto de mi
imaginación?. Aún así es cierto lo que
el viejo nos dijo, la salud de Marcos ha
desmejorado mucho y hace dos días que siento como si alguien nos estuviera siguiendo". Miró con
ternura a su esposa y siguió su camino
en silencio.
Realmente Javier estaba en lo correcto, hacía dos días que los aldeanos
los estaban siguiendo. Se dividieron en tres
grupos. El primero los seguiría durante todo el viaje. El segundo se colocaría al pie de la montaña
para obstruirles el paso y el tercer
grupo rodearía el templo para evitar que el
niño entrara y darles muerte a todos si los dos grupos anteriores fallaban.
Pasaron dos días más y el primer
grupo de aldeanos ya se hacían visibles
para nuestros viajeros. Javier podía ver
sus rostros llenos de odio y sabía que en cualquier momento se acercarían a darles muerte. Las
provisiones estaban casi agotadas y la
salud de Marcos empeoraba. Apenas hablaba, sólo
nombraba a su madre y permanecía con los ojitos cerrados. Sus largas pestañas negras marcaban un contraste
muy fuerte con la palidez extrema de su
rostro. Lorena lo miraba inmutable, no
salían lágrimas de sus ojos y de sus delgados labios sólo salían expresiones de amor para Marcos.
Canciones de cuna lo arrullaban
mientras ella lo apretaba suavemente
contra su pecho y sus largos cabellos castaños
cubrían su delicada piel. Javier admiró a su esposa más que nunca. Admiró su resignación y su entereza de
carácter. No podía comprender como no
expresaba su dolor. "Con lo llorona
que es no comprendo como puede estar tan calmada" pensó Javier.
Sin embargo lo que Javier no sabía
era que su esposa sentía que se moría por dentro. Por cada gemido de
Marcos sentía que el corazón se le comprimía y un dolor agudo
lo atravesaba como si fuera un puñal. Cada vez que su
hijo pronunciaba la palabra "mamá" con su delicada vocecita
debía sacar fuerzas de donde no tenía
para no romper a llorar.
Casi al atardecer de ese día
acamparon a un kilómetro de la montaña.
Javier tomó un saco pequeño y comenzó a
recolectar cuanta piedra mediana había a su alrededor. Después de llenar el saco lo guardó y se
reunió con su esposa y el anciano.
El anciano casi no habló durante
todo el trayecto, parecía hipnotizado.
Le informó a Javier el camino a seguir
para el día siguiente.
‑ Mañana ‑ dijo el
viejo ‑ los aldeanos que nos han estado
siguiendo nos atacarán.
‑ Yo sé lo que te
digo, hasta ahora nos han estado siguiendo
porque no están seguros de que sigamos adelante. No es usual que dos personas como ustedes lleven a su
hijo al sacrificio. Estaban seguros de
que flaquearían pero ya hoy se han dado
cuenta de que no es así.
‑ Si lo que dices
es cierto, significa que a partir de mañana
comenzaran a luchar con nosotros. Lo extraño es que si ya están convencidos ¿por qué no nos matan
mientras dormimos?.
‑ Porque deben
hacerlo a la luz del día, así está escrito.
‑ Entonces ¿ cuál
es el plan a seguir?.
El anciano tomó una rama y comenzó a
dibujar sobre la tierra. Hizo una
especie de mapa y le dijo a Javier:
‑ Ellos se han
dado cuenta de que tu mujer no suelta al niño
para nada, así que deben estar convencidos de que será ella quien lo lleve al templo. Mañana llevarás a
tu hijo pegado a tu pecho y te pondrás
una manta para que no se den cuenta del
cambio. Tu mujer deberá juntar mucha tela en un saco y darle la forma de tu hijo. Deberá actuar de la
misma forma para que no noten la
diferencia, de ustedes dos depende que ellos crean que es la madre la que lleva al pequeño.
‑ Pero de esa
forma lo que lograremos es que si notan el
cambio lo primero que harán será asesinarla a ella ‑ dijo Javier preocupado.
‑ Tiene razón el
anciano, ‑ dijo Lorena que en toda la
conversación había permanecido callada ‑ prefiero despistarlos haciendo que de esa forma me sigan.
‑ ¡ Pero te matarán
!!!. Ya es bastante que pierda a mi hijo
por un estúpido cuento para que esos desgraciados maten también a la mujer que amo.
Lorena puso sus dedos con ternura en
los labios de Javier, luego rodeó su
cuello y lo atrajo hacia sí y lo besó largamente.
Era un beso dulce, callado, cómplice, tierno. Al terminar Javier miró al viejo y dijo:
‑ Pués bién, no se
hable más del asunto, ya sabemos quien
manda, así que yo llevaré a Marcos y Lorena a los trapos. Ahora debemos planear el camino a
seguir.
‑ Debemos tener
cuidado pués están armados.
‑ ¿ Si? ,no me
digas‑ dijo Javier en tono burlón‑ pues no
teman porque yo los protegeré con mis piedritas asesinas.
Lorena echó a reír mientras veía a
su esposo haciendo piruetas. Sin embargo
el anciano estaba serio.
‑ Esto no es un
juego ‑ dijo en tono severo‑ la vida de todos
esta en peligro y tu te comportas como un idiota.
‑ Tienes razón anciano
‑ se disculpó ‑ dime que debemos
hacer.
‑ Mañana al llegar
al pie de la montaña tendremos que
separarnos. El camino hacia el templo es subiendo en línea recta hacia la cima. Es el más corto y el que
los aldeanos suponen que
seguiremos. Por ese lado irá Lorena para despistarlos mientras tu y yo iremos por
lados contrarios, tu por la derecha y yo
por la izquierda. Yo tendré bajo mi manta
otro saco igual al de Lorena por si descubren que es un fraude. Para cuando eso suceda ya tu estarás
fuera de su vista pues entrarás en estas
cuevas ‑ dijo señalando en el mapa y
prosiguió ‑ Entonces me seguirán a mí porque Lorena les dirá que yo tengo al niño. De esta forma te
dará tiempo de llegar a la cima y entrar
con el niño al templo. Debes tener mucho
cuidado y mucha fe. Mientras más te acerques a la cima tu hijo irá agonizando.
‑ ¿ Y qué se
supone que debo hacer una vez dentro? ‑preguntó
Javier.
‑ Eso no lo sé, mi
misión fue traerlos hasta aquí y lo he
cumplido. Se supone que tu debes
saber que hacer, así está escrito.
‑ Está escrito,
¿eso es todo lo que sabes decir, y donde está
todo eso que yo no he leído. Acaso algún cuento que dejé de leer en
mi infancia, o algún libro
que no compré?. Y ¿quien fue el
gracioso al que se le ocurrió ese cuento
estúpido y por el que yo debo perder a mi hijo?. No puedo aceptarlo, esto es demasiado para mí.
Se
acercó a Lorena
y miró a
su hijo. No sabía
como reaccionar, Marcos estaba pálido, no hablaba, no se quejaba y su piel estaba perdiendo calor. Se
llevó las manos a la cabeza y dió un
grito tan fuerte que estremeció hasta a
los árboles. Las lágrimas corrían por su mejilla y su mirada estaba como ausente. Miró a su esposa
acusadoramente y preguntó:
‑¿ Qué clase de
madre eres que llevas a tu hijo serenamente a
la muerte?
Lorena lo miró pasivamente y en voz
muy baja pero llena de un dolor
inimaginable le respondió:
‑ ¿ Es que acaso
crees que tu eres el único que sufre, es que
piensas que yo no siento nada? ¿ Quien te imaginas que soy? Yo más que nadie deseé este hijo, yo recé
durante dos años día a día para engendrarlo. Yo disfruté cada uno de sus movimientos en mi vientre y hasta sentí
placer por cada una de las contracciones
al momento del parto. Todo lo acepté con
la mayor dicha por que lo deseaba . Yo lo amamanté hasta que mis pechos estuvieron secos y lo
crié con todo el amor que solo una
verdadera madre sabe dar. Soñé con su
futuro y con las cosas hermosas que algún día haría. Y después de tantas cosas hermosas que he
vivido junto a él y junto a tí ¿ Crees
que estoy muy feliz ?. Yo tampoco puedo
aceptar lo que está sucediendo pero déjame decirte algo...‑ sus ojos estaban llenos de lágrimas y su voz
era entrecortada, casi no podía hacerse escuchar. Respiró profundamente y tomó
fuerzas de donde no tenía para continuar
‑ No crié a mi hijo para que unos bastardos sin corazón lo asesinen sin razón, antes de que eso suceda y
si no tengo otra alternativa prefiero
que su alma esté en un lugar sagrado con
el Dios del Este y no verlo mutilado por esas
bestias sedientas de sangre. Su corta existencia...su corta existencia y su muerte no serán en vano. Así
que cálmate pués para mí es como si me
arrancaran el corazón y ya no se si
puedo seguir adelante.
Javier permaneció en silencio
durante un corto tiempo, se arrodilló
frente a ella y le pidió perdón por su
inconciencia. Esa era la última noche que pasarían con su hijo así que se acostaron juntos con el niño
entre los dos y pasaron casi toda la
noche acariciándolo, besándolo,
cantándole y contándole cuentos de hadas. La respiración de Marcos parecía un suspiro, suave y continuo.
Apenas movía los labios y ellos sabían
que su hijo estaba agonizando.
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