viernes, noviembre 25

Espejismos - Primer capítulo

Hola !


Vamos a comenzar por publicar en varios capítulos parte de la novela corta que dio origen a mi seudónimo "Espejismos". Esta novela la escribí en el año 1990 con aquel antiguo programa "Wordstar 5.0". 

Luego en el 2014 tuve la oportunidad de publicarla dentro de una antología de la editorial Negro sobre Blanco, junto a otros escritores venezolanos. En agosto de 2018 decidí publicarla en Amazon, con una nueva portada y de manera individual. Si quieres saber en qué me inspiré para escribirla encontrarás todos los detalles haciendo clic en la imagen






Como dije anteriormente, la iré publicando en varias partes, así que deben estar pendientes para no perderse ningún detalle de esta interesante historia. ¡Espero que la disfruten!


Espejismos



Hace muchos años en una pequeña aldea una leyenda nació.  Se decía que para borrar la maldad y la destrucción del mundo, un niño debía ser sacrificado al Dios del Este, para así  calmar su enojo y salvar al resto de la humanidad. Pero si  por el contrario el niño se alejaba del Dios del Este para ir  hacia el Dios del Oeste, dios del mal, todo lo bello y lo  bueno se perdería y la maldad reinaría para siempre. Y sucedió que la leyenda se olvidó y por no recordar hacia qué lugar llevar al niño, cometieron el error y la maldad surgió.


Y los años pasaron y sólo los viejos de la aldea  esperaban que la leyenda se llevara a cabo mientras veían con  dolor como todo estaba corrompido y la inocencia y la bondad  se perdían.


Pasaron 20 años y de pronto un día llegaron a la aldea  dos jóvenes  recién casados que estaban en busca de paz y  tranquilidad. Habían abandonado la gran ciudad por no  soportar toda la injusticia y la mentira que poco a poco se  había apoderado de casi todo ser viviente. Buscaban un  refugio, un lugar donde poder tener hijos y criarlos  sanamente.   
                         

Pero en esta aldea  los niños eran considerados una  amenaza, así que cuando una niña llegaba a la pubertad era  expuesta  a una operación quirúrgica donde se le extirpaba  todo el aparato reproductor dejándola estéril para siempre. De esta forma la tasa de natalidad disminuyó de manera considerable y dio rienda suelta al sadismo y prostitución.


Lorena y Javier no conocían las leyes de la aldea a la  que  acababan de llegar así que por precaución decidieron  alquilar una cabaña en las  afueras y formar allí su propio  hogar. Compraron dos caballos, una vaca y varios animales de  corral y se dedicaron a trabajar la tierra y vivir de lo que  ella les brindaba.


Nadie les prestó atención, todos los aldeanos  estaban demasiado  ocupados con sus padecimientos y maldades  como para  preocuparse de un par de forasteros. Sólo un  anciano se percató de su llegada.


Buscaron la manera de procrear, pero el tiempo pasó  y  el deseo de la pareja no se cumplió pues ella no pudo quedar  embarazada. Ella comenzó a llenarse  de  frustraciones y  la  vida, poco a poco, se le fue tornando gris.


Lorena, en su desesperación, acudió a cuanto médico y  especialista habían el la aldea pero todas las respuestas  eran desalentadoras. Ella  estaba segura que no había sido  intervenida nunca a una  operación de infertilidad pero aún  así la respuesta era negativa, ella no podía procrear.


Un día, en el lago que bordeaba la cabaña, Lorena  contemplaba dos pajaritos  que se turnaban para empollar su  huevo. Javier  trabajaba la tierra muy cerca de allí. Lorena  lo observó  durante largo tiempo y luego comenzó a llorar en  silencio.  De pronto sintió una mano en el hombro y se volvió  asustada.  Era un hombre anciano, de cabello sumamente canoso  y ojos de un negro  profundo. Lorena se asustó pero el  anciano tomó sus manos y la calmó.


Aquel contacto de sus manos entre las de él le hizo  sentir  una paz que jamás había sentido y sin conocer a aquel  hombre  se echó a llorar en su regazo. El acarició sus  cabellos y escuchó atento  a todos sus lamentos. Cuando  Lorena se calmó el anciano la miró y dijo:  

 ‑ Entiendo  tu posición y lo que sientes, hace años mi esposa,  que en paz descanse  también lloró como tú. Nosotros sí  tuvimos un bebé,  un varón fuerte y hermoso pero la fatalidad  se  encargó de llevárselo antes de que pudiéramos hacer algo.  Aún  así, si no hubiera muerto naturalmente, los de la aldea  lo hubieran  asesinado. Ellos saben que un niño es un peligro  y cuando  se percatan de la existencia de alguno, corren a  matarlo, como  si fuera una carnada y ellos unos zorros  hambrientos.


Lorena lo miró interrogante, pero él continuó. 


‑ La leyenda  dice que un día un niño de inocente mirada será  llevado ante  la presencia del Dios del Este para abogar por  la  humanidad. Entonces todo el mal que existe se acabará y  aquellas  almas impuras caerán en el infierno por toda la  eternidad. Eso  es lo que todos aquí tratan de evitar pues  aunque  casi toda la humanidad está corrompida la leyenda  dice  que es aquí, en este pueblo donde ese niño nacerá. Por  ahora  todos se divierten haciendo todo el mal que pueden,  violan, matan, roban, lastiman... 


‑  Entonces ¿que debo hacer? ‑ preguntó Lorena ‑ no deseo  tener un  hijo para que luego los aldeanos traten de matarlo  por un simple cuento. 


‑  No es un cuento ‑ dijo el anciano ‑ es la esencia de este  lugar, la  creencia de este pueblo, es su propia biblia, y  matarán a  cualquiera que trate de cambiarla.      


El anciano apartó a Lorena, besó sus manos y se despidió deseándole suerte y prosperidad.      


Esa noche Lorena habló con Javier y le contó su  encuentro  de esa tarde. Javier se enojó por la ingenuidad de  su  esposa. Le prohibió seguir hablando con personas que no  conociera, y le  pidió que no creyera en las tonterías que  aquel viejo senil  le había contado. Lorena obedeció a su  esposo y a medida  que pasaba el tiempo el recuerdo de aquel  encuentro se fue borrando de  su mente.


Pasaron dos años y el sueño de Lorena y Javier se hizo realidad. El tan esperado  hijo llegó, un  varón fuerte y hermoso llenó su existencia.  Ella lo  amamantó hasta casi el año y su padre le enseñó todas las cosas que la naturaleza ponía a su alcance. El niño  creció  sano y un poco frágil. Era de contextura normal, de  cabello ondulado y negro,  ojos grandes  color  miel, largas pestañas, piel blanca y una vocecita tierna y dulce. Lo   caracterizaba su nobleza e inocencia. Lorena daba gracias al  Dios  Supremo todos los días por tener a Marcos a su lado. 
       

Y así pasaron tres años más en aquella felicidad de  hogar.  Una noche Lorena se encontraba en la habitación de  Marcos,  sentada al lado de su camita azul que con tanto  cariño le había hecho Javier  en su tercer cumpleaños.  Terminaba  de ponerle la manta encima y lo miraba embelesada  mientras  el niño se dormía. "Es hermoso" pensaba,"si es así  a los tres años  me imagino como será cuando sea todo un  hombre". Pero entonces una sombra pasó ante sus ojos. Miró  asustada hacia  la ventana y vio con horror el rostro de un  viejo mirándola fijamente. Aquel rostro le pareció familiar  pero no podía recordar donde lo había visto antes.



El viejo  movió la cabeza en forma de saludo y ella le hizo un gesto  para que entrara a la cabaña. Terminó de arropar a Marcos,  apagó la lámpara y fue a buscar a Javier para contarle  mientras iban a abrirle la puerta al anciano. Lo invitaron a  sentarse en el comedor mientras Lorena les servía café.  Javier miraba al visitante con desconfianza. El anciano tomó  un sorbo de café, los miró y contó el motivo de su visita. 



‑ Estoy aquí ‑ dijo ‑ para prevenirlos. En la aldea ya todos  sospechan de la presencia del niño. Todos están nerviosos y  ya están buscando la manera de eliminar al pequeño.    

       

Lorena quedó petrificada y la taza de café resbaló de  sus manos causando un ruido seco al quebrarse en el suelo. Se  oyó la vocecita de Marcos llamando a Lorena. Ella reaccionó y  fue a buscarlo. Regresó con el niño en brazos y se sentó en  la mecedora cerca de su esposo. Ella lo apretaba contra su  pecho y la lágrimas corrían por su mejilla mojando así la  manta que lo cubría.   

    

Javier miró a su esposa y dijo que lo mejor era partir  cuanto antes. El anciano asintió y dio a Javier un mapa donde  estaba marcado el camino a seguir hacia un escondite seguro  lejos de las montañas.  



‑ Deben alejarse de las montañas,de esa forma no le pasará  nada al pequeño. Mi consejo es que partan esta misma noche  para que al amanecer estén lejos de aquí. Si lo desean yo  puedo acompañarlos pues conozco todos los caminos hacia  un  buen refugio.  

     

La pareja aprobó la idea y prepararon todo para el  viaje. Ensillaron los caballos y guardaron en alforjas comida,  ropas y todo lo que tuviera algún valor pues tenían el  presentimiento de que pasaría mucho tiempo antes de que  pudieran regresar.          




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