La Guardiana de Cetus - Segundo capítulo
LA GUARDIANA DE CETUS - SEGUNDO CAPITULO
Al amanecer, los guardianes del Oráculo trasladaron a Zalixa ante el Gran Concejo. Zalixa no lloró al despedirse de su familia, aunque en ese momento se sintió deshecha pues sabía que la próxima vez en que se verían sería cuando ella muriera.
Al llegar al Oráculo los guardianes dejaron a Zalixa dentro de una gran habitación azul. La joven miró a su alrededor. Era la primera vez que estaba en aquel lugar, en realidad, a excepción de su rey, las Deneb habían sido las únicas en entrar al Oráculo.
La habitación estaba poco iluminada y totalmente vacía. Sus doce lados le daban una forma casi redonda y Zalixa se preguntaba qué estaba haciendo en aquel lugar.
De pronto, de cada pared aparecieron los Cristales Vivientes. Zalixa miró con asombro a las doce criaturas que estaban alrededor de ella.
— No temas, Zalixa — dijo el Cristal que estaba frente a ella.
— Es que nadie me habló de ustedes — dijo Zalixa temerosa.
— Nosotros somos el Gran Concejo. Nadie podía haberte hablado de nosotros pues las únicas de tu especie que nos han visto son las Guardianas de Dracos, y eso ocurre antes de que marchen a su destino. Ahora siéntate y coloca tu mente en blanco.
Zalixa obedeció y se sentó lentamente en el suelo.
— Ahora necesitamos que entres en trance para mostrarte cosas que nadie sabe.
Zalixa colocó su mano en el pecho. Ahora su espíritu navegaba alrededor de su cuerpo, dejándola vulnerable. Sus ropas desaparecieron y su cuerpo reflejaba la suave luz de aquella habitación.
Los Cristales Vivientes se movieron alrededor de Zalixa, inspeccionando con un rayo dorado cada centímetro de su cuerpo. Al finalizar, los doce cristales dijeron unánime: No existe marca.
Después, Zalixa fue cubierta con un ropaje blanco.
Ahora, los Cristales habían tomado nuevamente su lugar y mostraron hologramas que demostraban las historias que ella siempre había oído. Un Cristal habló:
— Hace exactamente mil seiscientos ochenta y cinco años, nuestro planeta fue destruido por una terrible catástrofe natural. Éramos el tercer planeta de una galaxia muy lejana, donde una enorme estrella dorada nos iluminaba. Los científicos de nuestro planeta habían detectado una luna de Andrómeda que había perdido su órbita y se acercaba rápidamente a nuestra estrella dorada. Ambos astros eran del mismo tamaño y densidad, así que, al momento del choque, toda nuestra galaxia quedaría extinguida. Es por ello que se prepararon treinta y cinco naves, que llevarían el total de la población lejos de la destrucción. Además de los habitantes, cada nave llevaba todos los registros de nuestra tecnología. Las computadoras fueron suplantadas por nosotros, Cristales Vivientes, más fáciles de transportar y totalmente indestructibles, con poder absoluto para tomar decisiones y perfecto conocimiento de los sentimientos de nuestros creadores. Éramos los encargados de dirigir las naves a su destino mientras sus pasajeros estaban en hibernación. Además, poseíamos el conocimiento total acerca de nuestro planeta y sus habitantes.
— Las treinta y cinco naves iniciaron su viaje. — dijo otro de los Cristales — Y sólo nosotros, los Cristales Vivientes fuimos testigos de la desaparición total de nuestra galaxia. A pesar de estar a millones de años luz de la catástrofe, algunas de nuestras naves sufrieron daños. De las treinta y cinco naves, veintitrés fueron destruidas en su totalidad, no quedando ningún sobreviviente. Al menos, sabemos que no sufrieron pues estaban en estado de animación suspendida. Las doce restantes tuvimos problemas con las comunicaciones y con el control de navegación. A pesar de haber realizado todas las reparaciones perdimos el contacto con seis de ellas y las otras seis que nos mantuvimos unidas logramos llegar a nuestro destino: el planeta de Ashgard. Aquí la atmósfera y el clima simulaban mucho al de nuestro planeta origen o planeta azul, tal como habíamos calculado. Fue fácil para todos adaptarnos, aunque el día ya no era de veinticuatro horas sino de treinta y dos, y nos iluminaban dos estrellas blancas y no una dorada. Otro error que cometieron nuestros creadores fue pensar que aquí no existía vida. La había, pero no en la forma que ellos pensaban. Los verdaderos habitantes de Ashgard eran criaturas mitad agua, mitad luz, con sabiduría y poderes que ni siquiera nosotros, los Cristales Vivientes, podíamos comprender. Estas criaturas estaban extinguiéndose, debido a los ataques de los habitantes de Antares, seres de hielo, tan fríos que el solo contacto con ellos era capaz de congelar al más grande de los océanos. Para sobrevivir, las criaturas de Ashgard se unieron a nosotros, y al primer bebé nacido de nuestros creadores en este planeta. Es así como una niña, hija de Kendy y Robert Deneb fue la elegida para llevar en su cuerpo los poderes y la sabiduría de estas criaturas. Al pasar los años nos dimos cuenta que al morir aquella niña, sus poderes eran transferidos a la siguiente primogénita virgen de su familia, con la bendición de que estos poderes aumentaban con el tiempo y cada hembra Deneb era más poderosa que la anterior, convirtiéndose así en las Sacerdotisas de Ashgard. También comprobamos que si la nueva elegida dejaba de ser virgen parte de estos poderes disminuían siendo transferidos en este estado a la siguiente virgen. Se decidió entonces que la Sacerdotisa debía cubrir la totalidad de su cuerpo, dejando solamente visibles los ojos.
— Ahora comprendo la importancia de mi castidad — dijo Zalixa.
— Así es. Y es por esto que es tan importante que permanezcas virgen. A través de todos estos años la sabiduría y los poderes han aumentado de manera increíble y no podemos perder lo que con tanto trabajo se ha logrado. Hace aproximadamente quinientos setenta años fuimos atacados por los guerreros de Antares. Eran seres muy parecidos a ustedes en su contextura, pero llenos de maldad. Gracias a Yraideé, una de tus antepasadas, pudimos ganar aquella batalla, y tomar a Dracos como prisionero, garantizando así la nulidad de un nuevo ataque. Dracos es muy poderoso y el pasar de los años le ha dado experiencia. Es por esto que necesitamos que cada guardiana sea más poderosa que la anterior, para siempre estar un paso adelante. Si Dracos llegara a ser más fuerte que las guardianas todos estaríamos en peligro y tanto tu raza como nosotros, seríamos extinguidos.
— Entiendo perfectamente sus palabras y acepto mi destino — dijo Zalixa.
— Dracos se encuentra cautivo en Cetus, nuestra luna más cercana. Está totalmente deshabitado y no existe atmósfera ni gravedad. Yraideé creó allí una fortaleza y la rodeó de un campo de poder. Sólo en la fortaleza existe oxígeno, vegetación, fauna y gravedad. Posee alimento y agua para los próximos cinco siglos. Estarás totalmente sola con Dracos, por lo que te advertimos que debes cuidarte de sus palabras. Y algo más: nunca abandones la fortaleza, sería tu fin y el de todos nosotros. Ahora puedes marcharte, un transporte ha sido acondicionado para tu viaje. Mantendremos comunicación contigo a través de la Gema Azul. Esperamos que tengas éxito en tu misión.
El espíritu de Zalixa volvió a su cuerpo y ésta se levantó. Tomó un manto dorado que estaba a su lado y cubrió su cabeza y su rostro, dejando visible solamente los ojos. Ahora era la nueva Guardiana de Cetus, con la única misión de preservar la prisión de Dracos hasta su muerte.
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